LA EMPATÍA UN ENFOQUE NATURALIZADO E INTEGRAL DE SUS ASPECTOS COGNITIVOS, EMOTIVOS Y MORALES
Resumen
La noción de empatía siempre ha sido objeto de discusión filosófica en diversas tradiciones haciendo algunas de sus apariciones más sistemáticas hace al menos ciento cincuenta años (Lipps, 1906; Mill, 1854). En la actualidad es objeto de estudio tanto de filósofos, psicólogos (cognitivos y evolutivos) y psicoanalistas como así también de los neurocientistas sociales cognitivos y además es abordada desde un punto de vista interdisciplinario (Goldman, 1995; Gordon, 1996; Bolognini, 2005; Meltzoff, 2005; de Waal, 2003; Decety y Jackson, 2004). Dada esta diversidad de enfoques, la empatía refiere ambiguamente y hasta de manera inconsistente, habiendo poca claridad en relación a la naturaleza, alcance, funciones y criterios para diferenciarla de otros fenómenos intersubjetivos.
En este simposio presentaremos una elucidación teórica que posibilite una noción integral y multidisciplinar del concepto de empatía (aspectos fenomenológicos, funcionales y motores) consistente tanto conceptualmente como con la evidencia empírica presentada en los últimos años. En esta ocasión, nuestro enfoque contendrá el tratamiento de esta noción en relación a la evolución, el género, la falta de empatía y a su función social en el ámbito escolar.
Concebimos la empatía como una habilidad para identificar lo que otro está pensando o sintiendo y de responder a sus pensamientos y sentimientos con una emoción adecuada. Para ello se requiere de un afecto compartido entre el “yo” y el “otro”, cierta diferenciación entre la conciencia del yo y del otro y flexibilidad mental para adoptar la perspectiva subjetiva del otro, regulando nuestras propias emociones (Baron-Cohen, 2011, Decety-Jackson 2004, 2006).
En primera instancia, discutiremos qué se entiende específicamente por empatía ¿Hay una empatía meramente afectiva o meramente cognitiva? Teniendo en cuenta la arquitectura de lo mental, ¿forman parte de un único sistema o son dos sistemas separados con diversas opciones de relación? La tesis sustentada es que una noción meramente afectiva de empatía (desde Mill en adelante) es, en primer lugar, insuficiente para dar cuenta de manera acabada de este fenómeno dada la existencia de aspectos cognitivos. Ciertos procesamientos de información concebidos como top-down o bottom-up formarían parte de la noción de empatía (reacciones automáticas, involuntarias, preparación motora, experiencias viscerales, experiencias de aprendizaje personal a partir de las características de la persona que empatiza, toma de perspectiva, razonamiento abstracto). En segundo lugar, sería insuficiente dado que deja fuera de consideración características contextuales del entorno y de la naturaleza de la relación entre el/la que empatiza y el/la empatizada.
En segunda instancia, desde este enfoque integral de empatía, se analizará el caso de los sujetos carentes de ella en un nivel neuronal, específicamente, en el estudio del daño de ciertas zonas cerebrales como la zona dorso-lateral. Asimismo, nos preguntaremos si existe alguna relación entre la falta de este tipo de empatía y las acciones morales de los sujetos.
En tercera instancia, desde el enfoque evolutivo del comportamiento pro-social y la cooperación, evaluaremos la plausibilidad de admitir la empatía como un mecanismo para su explicación. Consideraremos la empatía como un proceso filogenético de múltiples niveles fundado, en último término, en un mecanismo de percepción-acción (PAM) (Preston & de Waal, 2002; Preston, 2006). Este mecanismo habría sido transformado durante la evolución hasta ser capaz de producir naturalmente conductas de ayuda con motivaciones pro-sociales. Probablemente evolucionó para controlar una forma muy básica de imitación (contagio emocional). Pero ¿cómo pasar de este tipo de conducta tan básica a la explicación de conductas pro-sociales? Intentaremos mostrar evidencias de la activación de tal mecanismo en el cuidado parental. Para ello, consideraremos alguna evidencia empírica respecto a las expresiones faciales y su rol en la comunicación entre primates, especialmente, entre madre y cría, teniendo en cuenta sus bases en las neuronas espejo.
Con respecto al género, la empatía no es neutra. En este ámbito se juegan las discusiones entre reduccionismo y antirreduccionismo. Las investigaciones empíricas concuerdan con el sentido común en relación al mayor grado de empatía de las mujeres. La cuestión problemática es el origen de esta diferencia. Por un lado, se desarrolló un reduccionismo biológico que sostenía que la acción humana es consecuencia inevitable de las propiedades bioquímicas de las células y de los genes que posee cada individuo (Lewontin et al., 14). Por el contrario, las investigaciones en ciencias sociales mostraron la influencia social en la constitución de las diferencias de empatía (Hoffman, 1977). El rechazo a las posiciones esencialistas y biologistas significó durante décadas la imposibilidad de incorporar elementos biológicos a la discusión. Sin embargo, en los últimos años, con el desarrollo de investigaciones en neurociencias, es necesario un replanteo. Se siguen acumulando evidencias respecto a comportamientos diferenciales en relación a empatía, agresividad, conductas pro-sociales, capacidades de comunicación temprana y habilidades lingüísticas. La dicotomía entre cultura o naturaleza se transformó en la necesidad de pensar en que tanto la cultura como la biología cumplen un rol en las diferencias de conducta en relación a la empatía. El problema hoy es evaluar el alcance de estas dimensiones.
Por último, capitalizaremos los anteriores avances para reflexionar sobre la función social de la empatía en el caso de la escuela. Dada una concepción integral de empatía como capacidad intersubjetiva y teniendo en cuenta la relevancia del trayecto escolar para los individuos de una sociedad, discutiremos la necesidad de promover la empatía en el ámbito escolar.